Ratzinger en Turquía

 

Todo se ideó con meticulosidad y cuidado, al más mínimo detalle. Siguiendo escrupulosamente con la pauta hegeliana: tesis + antítesis = síntesis, o lo que es lo mismo: el fin justifica los medios, ambas acepciones tan comunes en el medio jesuita, después de la abrumadora, y aún violenta respuesta de amplios sectores del islamismo ante las palabras del actual papa romano contra el Islam en uno de sus sermones, y de su aparente pedir perdón por ellas, presuntamente humillándose al extremo, de repente se le abrieron las puertas para entrar, nada menos que en Turquía, país prácticamente musulmán…¿no es todo esto muy curioso? ¡Sin duda fue un plan muy bien estudiado! Y hasta le recibió nada menos que el Gran Mufti turco, el cabeza de todos los musulmanes de Turquía, al que todos obedecen ciegamente.
 
Al respecto de todo esto, en un artículo del “Nuevo Herald” del dos de diciembre del corriente, leíamos:
 
“Después que el pontífice católico suscitó indignación en buena parte del mundo islámico con una cita de un emperador bizantino que muchos musulmanes consideraron ofensiva, los jerarcas del Vaticano se esforzaron por salvar su visita a este país de abrumadora mayoría musulmana y lo último que consideraron fue una visita a una mezquita. Pero el Papa alemán no sólo visitó la famosa Mezquita Azul de Estambul sino que también oró junto a un imán de cara a La Meca” (7)
 
¡Consiguió todos sus propósitos! Nótese que la cita para presuntamente ultrajar al Islam la sacó Ratzinger nada más y nada menos que de un antiguo emperador de Bizancio, la antigua Constantinopla y actual Estambul, por lo tanto esa estratagema iba dirigida al lugar donde algunas semanas más tarde debía dirigirse. Una manipulación muy bien diseñada y orquestada para conseguir objetivos claves para el Nuevo Orden Mundial, y para ello, no le importó sacrificar el orgullo y la soberbia que han caracterizado siempre a los pontífices romanos, en aras de una presunta humildad cristiana que llegara a convencer a cuantos más incautos, mejor.
 
En este sentido, Alexander Karloutsos, religioso ortodoxo griego, quien planificó las entrevistas en Estambul entre Benedicto y el líder espiritual de los cristianos ortodoxos, el patriarca ecuménico Bartolomé I, declaró refiriéndose a Ratzinger:
 
''Vino aquí con humildad, y eso para el pontífice requiere un acto de valentía''.
 
El musulmán Mustafá Cagrici, clérigo supremo de Estambul, luego de orar con Ratzinger, le dijo:
 
''Una golondrina no hace verano, pero muchas le pueden seguir para poder disfrutar de una primavera en este mundo''.
 
En un mismo acto, Ratzinger consiguió alcanzar tres metas muy importantes y muy bien planificadas de antemano: Meterse en el bolsillo a los ortodoxos, a los cristianos armenios, y a los musulmanes turcos, y todo en aras del próximo establecimiento del Nuevo Orden Mundial.